domingo, 10 de marzo de 2013

El día en el que viajamos con el tiempo


Dicen que una vez, en un lugar, en el origen de los tiempos y en el lugar que arreglaban el tema de qué día es, a la gente se le daba también por eso de atrasar una hora el reloj.

Ellos lo hacían por otro motivo que el de ahora, y era para arreglar el asunto de que damos la vuelta al sol en un año y un poquito que cada cuatro años siempre sumó un día más.

Lo que hacían era ir atrasando una hora, y al tiempo otra, y al tiempo otra y así… inclusive había una oficina estatal dedicada a elaborar el calendario de atrasamiento.

Lo difícil era por la mitad del proceso; ahí un poco antes de que empiece el segundo año; en el que el mediodía ya era a plena noche y a la gente se le daba por hablar de “hoy” y de “mañana” diciendo cosas como “el hoy solar” o “el mañana real”; como nadie recordaba cuándo había empezado a ser hoy nadie se desentendía con nadie.

Cuando ya se estaba llegando al cuarto año y la cosa era más fácil de calcular, siempre había algún gracioso que se le ponía a preguntar a los que no se preocupan por esas cosas: “cuál es la diferencia…? ahora, entonces; es de día o es de noche…”; divirtiéndose dejándolos contrariados…

Más allá de los temas menores, legalmente se había cumplido en tiempo y forma, y para los chistosos y para los que seguían durmiendo cuando no había sol se había gestado un día más.

Otro día a alguien se le ocurrió la idea de unir todos esos pedacitos de día que se le sumaban a cada día, y juntarlos en uno único. No fue difícil ponerse de acuerdo en la oficina del calendario para su última tarea y elegir dejárselo a febrero, por la evidente cantidad de días menos que le tocó desde el principio…